Al comienzo de la quinta semana –por medio de una ecografía- el embrión puede distinguirse como una minúscula protuberancia de tejido.
Aunque mide entre 2 y 3 mm solamente, ya ha comenzado a desarrollar algunos órganos importantes como el corazón. Además, la sangre ha comenzado a circular y los brazos y piernas empiezan a brotar.
La posición de la médula espinal ya está decidida y aparece como una fila de células oscuras en la espalda del embrión que se unen y se repliegan a lo largo formando el tubo neural, el cual ya se ha cerrado.
El sistema digestivo y el apéndice están también en su lugar, aunque deberán transcurrir meses hasta que puedan funcionar.
El embrión se encuentra flotando dentro de una burbuja rellena de líquido llamada bolsa amniótica, que está recubierta por una membrana protectora exterior denominada corion. La capa exterior del corion se convertirá en una placenta inicial y empezarán a brotar unas pequeñas proyecciones de tejido denominadas vellosidades coriónicas que constituyen el futuro acceso a tu circulación sanguínea.
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