Si hacemos una encuesta sobre lo que más nos importa en la vida, la mayoría contestaría que ser feliz, pero ¿por qué son felices tan pocas personas? En los países del tercer mundo, no se pueden dar el lujo de estar tristes, pues tienen que pensar, cómo procurar el sustento diario.
La felicidad es considerada como un estado duradero tanto de plenitud como de satisfacción. Consiste en un estado mental y corporal equilibrado y placentero, en el que están ausentes sentimientos negativos como el sufrimiento, el estrés, los problemas o las preocupaciones.
Desde un punto de vista histórico, la tradición filosófica occidental se opone a los optimistas, para quienes la felicidad consistiría en un “estado de satisfacción total”, que sí sería posible alcanzar. Es el caso de filósofos como Spinoza, Diderot o Montaigne, y Epicuro consideraba incluso que alcanzar la felicidad era todavía más fácil.
Sin embargo, para otros pensadores conocidos y reconocidos, como Rousseau era difícil, e incluso para Freud, Schopenhauer o Pascal era algo prácticamente imposible. Mientras que Kant condenaba la búsqueda de la felicidad, en contraposición a la moralidad, y personajes como Nietzsche la criticaban como una especie de escape a la tragedia de la realidad.
Según el propio Kant, la felicidad no podría ser definida, ya que no podemos decir con certeza qué nos hará felices, porque para eso necesitaríamos un conocimiento absoluto tanto de nosotros mismos como del mundo. La felicidad no es un ideal de la razón, sino más concretamente un ideal de la imaginación.
Así, la felicidad podría ser pensada y planteada de dos formas distintas: como un sentimiento concreto, o como una idea abstracta. En el primer caso, la felicidad, por tanto, sería un sentimiento, una experiencia o una especie de placer, ya que se experimentaría. Sin embargo, en el segundo caso, la felicidad no se experimentaría en el momento, sino que consistiría en una especie de juicio posterior; es decir, a posteriori, sobre la propia vida.
Lo cierto es que la felicidad puede ser accesible en determinadas condiciones, pero esta felicidad, es cierto, no es del todo accesible para todos. Es considerada como un estado duradero de satisfacción y plenitud, un estado mental y corporal equilibrado y agradable. Etimológicamente, el acceso a la felicidad sería a través de la suerte, de manera que algunas personas tendrían acceso a la felicidad por casualidad.
Pero algunas personas también llegarán a definirla como el goce de haber conseguido y logrado algo.
No obstante, otras personas viven constantemente en la felicidad aún sin darse cuenta realmente de ello. Es el caso, por ejemplo, de los niños, cuyo descuido les priva de la conciencia del bien y del mal, no siendo conscientes ni del sufrimiento ni de la propia felicidad en sí misma.
¿Cómo conseguir la felicidad? Algunas claves útiles que te ayudarán
Pensar en positivo
Si hay un consejo, no hay duda que uno de los primeros que deberíamos dar es este: un verdadero activo de la felicidad, el pensamiento positivo, ayuda a embellecer las perspectivas, además de aliviar el estrés y calmar la ansiedad. No solo eso, también es particularmente útil a la hora de aumentar la confianza en uno mismo.
¿En resumen? Pensar el lado positivo de las cosas nos hace felices. Es solo un hábito que debemos invertir, dado que, al principio, en la mayoría de las ocasiones, lo más común es que tengamos por costumbre pensar en negativo. ¿Un evento doloroso? Podemos pensar que saldremos crecidos de él. ¿Se instala la tristeza en nosotros? Debemos pensar que se trata originalmente de algo necesario. ¿Un mal día? Después de la lluvia siempre llega el buen tiempo.
Por tanto, es imprescindible dirigir el flujo de pensamientos hacia un enfoque constructivo. Será de muchísima ayuda a la hora de cambiar radicalmente la forma en que vivimos. Dicho de otra forma: ver el vaso medio lleno, en lugar de medio vacío…
Para encontrar la felicidad, trata siempre de seguir tus instintos
Vivir en paz, vivir bien, esos podrían ser los lemas de la gente feliz. Encontrar la felicidad solo se puede hacer si tenemos una mente tranquila. Es decir, combinando conocimiento y autoestima, mientras aceptamos el pasado para evitar arrepentimientos que, al final, únicamente acabarán por afectarnos en nuestro momento actual.
Mirar al pasado, más que al futuro, tiende en realidad a convertirse en uno de los obstáculos más comunes para la felicidad. Es más, no podemos sentirnos cómodos con el mundo si no nos sentimos cómodos con nosotros mismos. Además, un buen conocimiento de uno mismo es de bastante utilidad a la hora de simplificar la percepción de la vida.
Mantente abierto/a
La curiosidad no es mala, al contrario. Permanecer abierto al mundo, a las personas y a la novedad permite desarrollar el cerebro a la vez que nos mantiene joven, proyectando la mente en una dimensión constructiva.
Si el aislamiento puede convertirse en una burbuja ocasional de serenidad, no hay duda que el crecimiento personal también proviene de los demás. Por tanto, aprende cosas nuevas, establece metas, intercambia ideas, habla con los demás…
En resumen, trata de mantener el cerebro despierto y aliméntalo todo lo que puedas. Enriquécete con cada experiencia, con cada encuentro, pero sobre todo profundiza en tu conocimiento de ti mismo. Así, cuanto más sepas quién eres, más sabrás a dónde ir…. Lo que te ayudará, finalmente, a cultivar la capacidad de ser feliz.
Todos Tenemos la Capacidad de Ser Felices
No importa si se posee dinero o no, cuál es la clase de trabajo que se tiene. Lo que si es realmente importante es la actitud que tengamos ante la vida para ser feliz.
De hecho todos conocemos a gente con mucho dinero que es desgraciada y por el contrario, personas con pocos recursos que no necesitan más de lo que tienen y son tremendamente felices.
Como aquel anciano que habiendo quedado solo, decide mudarse a una residencia a pasar sus últimos días. Al llegar dijo que le gustaba muchísimo, y le preguntan:
¿Cómo es eso, si no lo ha visto todavía?, a lo que él respondió: porque he decidido que me va a gustar y que voy a vivir aquí feliz.
Cualquiera que sean tus circunstancias presentes, tienes el poder de ser feliz. No quiere decir que toda la vida sea un camino de rosas; habrá momentos de grandes dificultades, enfermedades, pérdidas. Es un tributo que hay que pagar mientras se vive y es totalmente natural sentir pena y decepción. Pero con frecuencia, los obstáculos ayudan a crecer y madurar como personas. Llevarlo lo mejor posible es nuestra obligación de cara a nosotros mismos y a los demás porque no se puede amargar a todo el que está a nuestro alrededor. Es el tema de la botella, siendo la misma, para unos está medio vacía y para otros medio llena.
Decía Horacio: "recorres el mundo en busca de una felicidad que está siempre al alcance de tu mano", el problema es que solemos buscarla en el sitio equivocado.
¿Y tú te consideras un persona feliz? ¿Eres de los que ve la botella llena o vacia?