El queso cottage es típico para acompañar las frutas, ya que es un queso sumamente ligero y muchas veces comparado con el requesón o queso ricotta.
El cottage es un queso producido con cuajada que tiene un sabor suave. Se escurre pero no se prensa, por lo que retiene algo de suero de leche y no queda compacto porque necesita aún un poco más de agitación hablando de la extracción de este lácteo. La cuajada suele lavarse para quitarle la acidez y obtener un queso suave.
Tip: El mejor vino para este tipo de queso es Pinot Gris y Sangiovese.
El queso cottage tradicional se elabora mediante coagulación enzimática, añadiendo cuajo a la leche a una temperatura determinada.
Las enzimas del cuajo rompen las proteínas de la leche produciendo la coagulación, creando la cuajada y apareciendo así los coágulos sólidos.
Con una textura elástica y flexible, esos coágulos se pueden cortar y manejar según el queso que se esté produciendo, separándose parcial o completamente del suero.
Las propiedades nutricionales del queso cottage varían mínimamente de una marca o productor a otro, siempre que tomemos la versión más natural como referencia. Como la mayoría de quesos frescos, es muy bajo en grasas, poco colesterol, pobre en hidratos de carbono (con menos azúcares que el yogur) y rico en proteínas de alta calidad.
Suele aportar entre 95-110 kcal por cada 100 g de porción comestible, con hasta 13 g de proteínas, en su mayoría magras. Estos valores ponen de relieve por qué se ha convertido en un alimento de moda en muchos países, tras pasar décadas algo olvidado como producto anticuado o asociado a tradiciones locales. Los alimentos proteicos y con pocas calorías siguen marcando tendencia en dietas de adelgazamiento y entre deportistas.