A partir de esta semana tu bebé iniciará un período de crecimiento acelerado porque ya comienza a almacenar grasa debajo de su piel, mecanismo que no sólo le ayuda a mantener una temperatura corporal adecuada, sino que también le proporciona mayor energía.
Conforme avancen los días tu bebé estará cada vez más activo en ese espacio privado, cálido y confortable en el que se ha convertido la placenta.
Al ser capaz de coordinar cada uno de sus movimientos, es probable que comience a patalear e incluso a girar sobre sí mismo.
A pesar de toda esta actividad, la mayoría de las mamás primerizas no son conscientes de los movimientos fetales porque el líquido amniótico actúa como colchón y amortiguador de los golpes.
Además, el bebé aún no tiene el tamaño necesario para estimular directamente las terminaciones nerviosas de la pared del útero.
Algunas mujeres que han tenido hijos anteriormente y saben qué movimientos esperar, afirman que pueden sentir “pataditas” o la sensación de que se forman ondas en su abdomen, sin embargo, los movimientos fetales propiamente dichos no suelen reconocerse sino hasta alrededor de las semanas 19 ó 20.
Por otro lado, debido a que el desarrollo del cerebro de tu bebé es prioritario, su cabeza sigue siendo un poco grande pero ya comienza a verse proporcional al resto del cuerpo.
- Sus ojos continúan cerrados pero siguen desarrollándose, al igual que sus cejas y pestañas, las que día a día son más largas.
- Su corazón puede bombear hasta 24 litros de sangre al día.
Lo más sorprendente…
A pesar de que tu bebé mide tan sólo 12 cm y pesa 100 gr aproximadamente, ya es capaz de escuchar los sonidos que se producen fuera de tu cuerpo e incluso algunos pueden asustarlo y hacerlo saltar.
De hecho, suele decirse que la razón por la que los bebés recién nacidos dejan de llorar cuando se les pone sobre el hombro izquierdo de la mamá es porque reconocen el latido de su corazón (que comienzan a escuchar desde estas primeras semanas) y este sonido los tranquiliza.
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